lunes, 9 de abril de 2012

En la sala 26 de @laexpoexpandida: "Espacios Abandonados"


Giorgio De Chirico, La torre roja 2. 1914
Silencio en el barullo.
La ciudad es un motor social, político, económico y cultural. Lo que allí empieza se expande como la pólvora… El ruido, esa es la gran característica, del ir y venir de transeúntes, los flâneur en época de Manet, hacen de ella un lugar estridente y a la vez, silencioso puesto que la idea de la metrópoli de principios de siglo XX como un espacio individualista, introvertido y alejado de los sentimientos es algo que aún late en la relación entre ésta y los ciudadanos. Uno sabe que detrás, alrededor, al lado o en frente hay un espacio abandonado: entre tanto bullicio, tecnología, belleza, luz o movimiento, se levanta la ausencia.

 Esa ausencia ha provocado el abandono tanto de lugares que están dentro como fuera de los núcleos urbanos y las causas han sido varias:
Ø  Circunstancias sociales, culturales, políticas o económicas à despoblación, delincuencia, desempleo, desindustrialización, inmigración, guerras, crisis financieras…
Ø  Desastres naturales o accidentes nucleares ( el más conocido e importante: Chernobyl)
Ø  O simplemente, el paso del tiempo…

A la hora de abordar este tema, nos encontramos con que la historia mundial está repleta de estas circunstancias que, por supuesto, no han sido, ni son, ajenas al arte. Como testigo de su tiempo, las manifestaciones artísticas han desenfocado el centro para enfocar la periferia: el submundo. El movimiento “Urbex” o “Urban Decay”, es esa exploración urbana que nace del deseo de adentrarse en los espacios abandonados.
En este contexto, el artista se ha convertido en un explorador que se introduce en estos mundos congelados y reflexiona sobre el paso del tiempo y la degradación,  la condición humana y el contraste entre el silencio de éstos con el ruido de aquellos.

Estragos del tiempo: vuela la imaginación.
Julia Solis, es una artista estadounidense, involucrada en la corriente “Urbex” y conocida por las fiestas que organiza en los túneles del metro de Nueva York. Su indagación en los espacios abandonados llega hasta tal punto que le ha hecho introducirse en el cine y es productora ejecutiva de “American Ruins”.

Estación central de Michigan

El objetivo de su cámara se convierte en un topo que llega hasta los sitios más insospechados. Solis se cuela en cualquier espacio e incluso, hace de su trabajo personal, una experiencia colectiva puesto que tiene una agencia de viajes en internet: Dark Passage. En ella ofrece excursiones con tres niveles de riesgo: el más sencillo es infiltrarse en un complejo de patinaje sobre hielo abandonado; el más complicado es pasear por los túneles del metro sin ser atropellado.

Beautiful Things

 Todas las imágenes que a continuación se suceden pertenecen a su trabajo “Darkpassage” (2010): una serie de fotografías en las que muestra la soledad de los espacios públicos. Ella enfoca el destierro que han sufrido esos espacios, que aluna vez fueron lugares muy transitados y ahora son una realidad aislada y triste.

Este es (o fue)  el  Hotel Psychedelia, icono de la modernidad y de la decrepitud. La imagen es tan poderosa que deja de ser plana para adoptar una dimensión sensorial… parece que el polvo del desperfecto nos ensucia la mirada…

Hotel Psychedelia

Ciertamente, es incómodo y, a la vez, fascinante ver esos espacios degradados, sucios y fantasmagóricos. La imagen del morbo está servida en los teatros, las fábricas de papel, las escuelas o las prisiones…






























Teatros Abandonados














Este tipo de fotografía que se adentra en el submundo, tiene un alto contenido psicológico, apunta directamente al botón que dispara el subconsciente y la imaginación del espectador y hace que toda la información de lo que fueron estos lugares se nos quede corta. Queremos saber más de lo que muestran.  




Escuela

La vida, el progreso, la ciencia se quedaron atrapadas… La imaginación se dispara…


















Prisión Farm




















Signo de desindustrialización
Uno de los casos más relevantes es el de las minas de carbón en Hashima Island. La ciudad de esta isla fue creada ex profeso, en 1887, en Japón para el desarrollo de una comunidad dedicada a la minería del carbón.  Se convirtió en punto de referencia y ejemplo de la industrialización que estaba llevando a cabo el país desde finales del siglo XIX.
Ya se sabe lo que pasa con las materias primas: no son eternas… En los 60’s el petróleo fue reemplazando al carbón y empezó la cuenta atrás para el cierre de las minas de carbón de todo el país. Las de Hashima Island cerraron en 1974 dejando un espacio vacío, destruido y escalofriante que ha dado lugar a que el sitio se conozca como “Ghost Island”



En sus orígenes, la isla fue habitada por 500 coreanos forzados a trabajar durante la II Guerra Mundial: entre 1939-1945. Hashima Island tenía poco más de un kilómetro cuadrado de extensión pero con el año 1959 llegó a alcanzar una densidad de población de 83.500 personas/km², lo que supuso una de las mayores densidades de población registradas en el mundo.

 
Escuela en los años 40























             Ciudad habitada y en constante producción

 
Ese aumento de población supuso una nueva organización en las viviendas. Para albergar a estas familias trabajadoras, se construyeron, por primera vez en Japón, bloques de apartamentos de hormigón armado. Actualmente se encuentran en estas condiciones:


 Bloques de edificios abandonados


Después de 35 años cerrada, en 2009 la Isla se abrió como atracción turística, de forma que miles de curiosos se acercan en barco para ver estas ruinas.
Ni decir tiene que no sólo los ojos de los visitantes son los que se han parado a contemplar esta isla, también lo han hecho los de los artistas. En 2009, Guillaume Corpart Muller y Jan Smith inauguraron la exposición "Fantasmas de Gunkanjima" en el centro cultural de la embajada de Japón en México. 

Cartel de la muestra




26 de abril de 1986, Chernobyl: una zona de exclusión.
El reactor 4 fue el lugar de la explosión en la central nuclear de Chernobyl. Fue un desastre que emitió 500 veces más radiación que la bomba atómica de Hiroshima en 1945. Sin aviso, la radioactividad llegó a los campos, al agua, a la población y a los que estaban de camino: al presente y al porvenir. Según los expertos, la herida de esta devastación tardará en cerrarse 25.000 años.
La central nuclear de Chernobyl se encontraba a una distancia de 3 kilómetros al norte de la ciudad de Pripyat, a 14,5 kilómetros al noroeste de la ciudad de Chernobyl,  a 16 kilómetros de la frontera Ucrania-Bielorrusia y a cerca de 110 kilómetros al norte de Kiev. 




La ciudad de Pripyat, junto a la estrella del mapa, nació el 4 de febrero de 1970 expresamente para ser el hogar de los trabajadores y sus familias de la central nuclear. Era uno de los tantos proyectos ideológicos del régimen comunista ruso: un cartel de propaganda hecho realidad bajo el mandato del presidente Leonid Brezhnev.

Ahora es una ciudad fantasma dentro de la zona de exclusión de Chernobyl. 


Valla que limita la zona de exclusión


La fotógrafa ucraniana Elena Filatova(1974) hizo un viaje en moto a la central nuclear de Chernobyl 18 años después y puso especial atención en Pripyat. En su página web se encuentra el material visual de este viaje así como unos diarios, de los que se dijeron que contenían más literatura que realidad…



Pripyat en la actualidad



















                                        Filatovalleva en sus manos un Geiger, medidor de radioactividad

























Parque de atracciones que se construyó para la Fiesta del 1 de Mayo (Día del Trabajo) de 1986



Robert Polidori ( 1951), fotógrafo de nacionalidad canadiense y afincado en Nueva York, cuyas fotografías son visualmente muy potentes y emocionalmente tienen una alta capacidad evocadora.  Pone su cámara al servicio de los desastres naturales (como Nueva Orleans después del huracán Katrina)  o artificiales. En el año 2001 le tocó el turno a las ciudades de Pripyat y Chernobyl.

 Quirófano de un hospital en Pripyat

 
Gimnasio de una escuela en Pripyat



El trabajo del fotógrafo Tom Bossi, le ha llevado a Estados Unidos, Berlín, Venecia, Yalta, Rumania y, entre otros, Chernobyl.  Con motivo de los 20 años de la catástrofe, Bossi visitó el área de exclusión. 


Reactor 4 de la central nuclear de Chernobyl

Es curioso ver la capacidad de permanencia de los símbolos.


 Lennin en la ciudad de Chernobyl



Magnitud 9: Fukushima
El 11 de marzo de 2011un terremoto y un tsunami en Japón, en la costa este del país, provocó el último desastre nuclear en la historia. El gobierno delimitó la zona de exclusión con un radio de 20 kilómetros alrededor de la central.
Un año después, en ese área sólo hay pueblos fantasmas…




Una calle al sur del Bronx
Charlotte Street situada en el South Bronx de Nueva York, se vio muy afectada por la pobreza y la delincuencia durante los 70’s. La consecuencia directa fue la quema de edificios y el abandono de las viviendas. En 1977 Jimmy Carter visitó la zona y la declaró como la peor de la ciudad de Nueva York.
Años después, en 1980, en Madison Square Garden, se celebraba la Convención Nacional del Partido Demócrata mientras que en Charlotte Street tenía lugar la Convención Popular a la que asistía el candidato republicano a la presidencia, Ronald Reagan, quien, en medio de los escombros, prometió reconstruir el lugar.






Ronald Reagan en Charlotte Street

Para este acto y en este contexto,  John Fekner ( 1940) artista neoyorkino de la generación de Jean Michel Basquiat, Jenny Holzer o Keith Haring, trabajó en la inclusión de mensajes en los edificios abandonados.















Decay
















Broken Promises/Falsas Promesas

















                                          Last Hope















                                   Save our school



                                                                                     Broken Treaties




Se escuchaba a lo lejos; la burbuja hizo “boom”
Hans Haacke (Colonia, 1936) supo afinar el oído cuando los cimientos de la burbuja inmobiliaria empezaban a crujir. Su trabajo ha ido por la línea de la crítica institucional, de hecho resultaba incómodo para ciertos sectores: el ex director del Guggenheim de Nueva York, Thomas Messer, canceló, en 1971,  una exposición suya acerca de las posesiones inmobiliarias de dos multimillonarios de Manhattan, Sol Goldman y Alex DiLorenzo, alegando que aquello no era arte.  La historia no quedó ahí, un centenar de artistas protestaron y el asunto llegó a oídos de la policía neoyorkina quien acabó investigando a Goldman y DiLorenzo por presuntas relaciones con el hampa de Manhattan.
El asunto es que este artista suele  “meterse” donde no le llaman ni las personas ni los espacios abandonados…  













Hay excepciones, por supuesto: “Castillos en el aire” una muestra sobre el universo a medio construir y la especulación urbanística en el Ensanche de Vallecas, que se puede ver en el Museo Reina Sofía de Madrid hasta el 23 de julio.

Una de las veces que Haacke visitó España descubrió este territorio donde los esqueletos de hormigón reinan las noches y los días. Se quedó atónito: “absolutamente desierto donde no te cruzabas con nadie, aunque estaba perfectamente señalizado y lleno de parques infantiles”. Además, y para mayor “fuerza de destino”, las calles llevan nombres como “Calle del Arte Pop” o “Calle del Arte Conceptual”.
Son viviendas muertas, edificios descarnados, lugares dejados por la crisis económica, material viejo del poderío de las inmobiliarias, pasos de aire y escondites de Eco.














Edificios a medio construir en el Ensanche de Vallecas. 














Barrios, en la actualidad, abandonados donde los compradores se llenaban de ilusión: “ Se vende” ( si tu salario no te lo permite; lo hará el banco).


Al trabajo gráfico de Haacke se suman los documentos que ha ido recopilando.  Son notas simples del Registro de la Propiedad sobre apartamentos de un edificio jamás construido.  Suspendidos en el aire y movidos por un ventilador, a modo de metáfora actual, así los presenta en “Castillos abandonados”: 

Documentos del Registrode la Propiedad


De lo que un día fuimos...
Las cosas, los lugares y las personas tienen intrahistoria. Es necesario volver a los orígenes para comprender la realidad y pensar que hubo un tiempo en el que,  lo que ahora vemos, lucía en todo su esplendor. Que las cosas materiales por naturaleza pasan y mueren, literal o físicamente, y que los asuntos del alma se graban en nuestra memoria; en ambos casos, la sensibilidad e intuición del artista, las salvan del olvido siendo testimonio de lo que un día fueron, de lo que un día fuimos.










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